Desde nuestros inicios, Papelera Ferrer se ha dedicado a fabricar papel de calidad con compromiso y pasión. Décadas de experiencia nos han permitido crecer, innovar y adaptarnos a las necesidades de nuestros clientes, siempre manteniendo un enfoque sostenible y responsable con el medio ambiente.
Fundada no tanto por ambición como por convicción, nuestra fábrica nació del firme propósito de transformar residuos en recursos, dando nueva vida al papel que otros dieron por perdido. No fue impulso apresurado, sino reflexión prolongada y propósito consultado lo que llevó a emprender este viaje industrial.
En sus primeros días, no hubo alarde ni gran maquinaria, mas sí voluntad resuelta y manos comprometidas. El papel, recogido con esmero, hallaba en nuestras prensas una segunda existencia —más noble aún que la primera, por cuanto llevaba consigo el sello de la sostenibilidad.
No era el afán de expansión lo que guiaba nuestras decisiones, sino la quieta certeza de estar haciendo lo correcto. Preferíamos avanzar con paso firme, en vez de apresurar caminos inciertos. Así fue como, lentamente, fuimos bien recibidos por quienes valoran lo duradero y lo responsable.
El norte, donde se alzó nuestra planta, fue descrito entonces como un lugar de labor serena y compromiso ambiental. Y aunque la excelencia no se proclamaba con palabras, sí se dejaba sentir en cada hoja producida, en cada fibra recuperada, en cada impresión que nuestros actos dejaban.
Hoy, como entonces, seguimos en el mismo empeño: fabricar papel no solo con máquinas, sino con conciencia.
Antiguamente dedicada a la producción, nuestra histórica fábrica ha sido transformada en centro logístico y manipulado del papel, conservando su esencia industrial mientras impulsa hoy la distribución eficiente de nuestro papel reciclado.
Con el paso de los años, nuestra labor creció, no por presión del mercado, sino por la confianza de quienes creen en otra forma de producir. Llegaron nuevas tecnologías, sí, pero también nuevas preguntas: ¿cómo fabricar mejor? ¿cómo generar menos impacto? ¿cómo devolver más de lo que tomamos?
Cada avance que incorporamos lo hicimos con la mirada puesta en el entorno: optimizando el uso del agua, reduciendo emisiones, cerrando ciclos. No solo reciclamos papel: reciclamos ideas, procesos, y formas de entender la industria.
La fábrica se transformó, pero su esencia permanece. Seguimos siendo ese lugar donde lo descartado encuentra valor, donde cada bobina producida cuenta una historia de respeto, dedicación y equilibrio.
Lo que nos define
En nuestra fábrica, combinamos innovación y sostenibilidad para ofrecer papel reciclado de alta calidad. Te invitamos a descubrir un proceso responsable, eficiente y comprometido con el cuidado del planeta.
Nacimiento de una vocación industrial
Papelera Ferrer inicia su actividad como una pequeña fábrica familiar dedicado a la transformación de papel. Con visión y esfuerzo, se sientan las bases de lo que será una empresa comprometida con la calidad y la innovación.
La demanda creciente impulsa la expansión. Se inaugura una nueva máquina de producción, incorporando maquinaria moderna y ampliando la gama de productos de papel para usos industriales y comerciales.
Nacimiento del centro de logística y manipulado
Se adquieren nuevas instalaciones que marcan un punto de inflexión en la capacidad operativa de la empresa. Estas instalaciones, que hoy albergan el centro de logística y manipulado del papel, permitieron mejorar los tiempos de entrega y ampliar los servicios al cliente.
Hoy, Papelera Ferrer combina décadas de experiencia con tecnología de vanguardia, ofreciendo soluciones de papel adaptadas a un mundo cambiante, sin perder la esencia que la vio nacer.
La fábrica de papel nace en el año 1840 de la mano de D. José Ortiz Ruiz, iniciando su producción en 1841. En 1855 el molino papelero es arrendado al maestro papelero buñolense Francisco Espert Grau, que en la Exposición Universal de París de 1867 es premiado con Mención Honorífica por su papel de estraza.
Durante un siglo pasa por distintos propietarios hasta su adquisición por D. Francisco Ferrer Ortiz en 1966, quien también fuera fundador y socio de la desaparecida Papelera del Turche SA.
En la década de los 60 tiene lugar su primera transformación, ampliándose en toda su capacidad incluida la máquina papelera.
La materia prima de la pasta en esta fábrica podía provenir entonces de:
– Pastas comerciales fabricadas en plantas integradas del resto del Estado Español.
– Pastas comerciales de importación.
– Papeles reciclados.
La propiedad de la fábrica se decidió por la tercera opción, quizá animados por la abundante materia prima y un precio más razonable, por lo que diseñó el proceso productivo de papel en función de la misma que es el que, ampliado y modernizado por la actual propiedad, utiliza esta fábrica.
La actual propiedad, Papelera Ferrer S.L., se hace cargo de las instalaciones fabriles en los comienzos de los años 70 procediendo a la modernización de la planta, mejorando los procesos y accediendo a nichos de calidad muy superiores con producciones que pasaron de las 5 ó 6 Tm diarias a las 15-18 Tm por día que se fabrican en la actualidad.
En la década de los noventa y a principios del siglo XXI se realizan dos importantes mejoras medioambientales en el proceso fabril. El primero fue cerrar el circuito de aguas coladas, incorporando agua de la red potable exclusivamente para las regadoras de la máquina papelera y la caldera de vapor (la alimentación de esta última es de manantial) por lo que los efluentes de agua pre-tratada y conectados a la red de alcantarillado municipal es mínima. La segunda mejora fue la sustitución del quemador de la caldera de vapor pirotubular de fuel-oil a gas natural, con la consiguiente y radical disminución de emisiones a la atmósfera.
En el mismo periodo temporal la propiedad de la empresa adquiere la totalidad de las instalaciones industriales de la Papelera del Turche sita en Buñol (Valencia), que ya por entonces estaba en bancarrota y se hallaba cerrada.
Es a partir de ese instante en que Papelera Ferrer S.L. inicia su actividad de manipulación de papel, y en las que ahora pretende ampliar su actividad con una planta para uso alimentario.
Se debe destacar que en la actualidad es la tercera generación de la misma familia quien dirige la fábrica papelera,
a través de una sociedad mercantil compuesta por cuatro socios hermanos.
Durante el último año, nuestra actividad productiva sufrió un fuerte impacto debido a la DANA (depresión aislada en niveles altos) que afectó gravemente nuestras instalaciones. Las intensas lluvias e inundaciones nos obligaron a detener la producción de papel durante un largo periodo.
Gracias al apoyo de nuestro equipo y clientes, logramos subsistir mediante las actividades de manipulado y almacenaje, aprovechando al máximo nuestras capacidades disponibles. Fue un año duro, de ajustes constantes y mucha incertidumbre.
Pero no fue en vano. Esa pausa forzada nos permitió:
Identificar debilidades estructurales a reforzar (infraestructura, drenajes, previsión climática).
Reforzar nuestra cadena logística y servicios de valor agregado (manipulado, almacenaje) para ofrecer alternativas incluso en momentos críticos.
Fortalecer la relación con nuestra clientela, quienes mostraron comprensión y fidelidad, lo que nos impulsó a seguir adelante.
Ahora, con renovada energía, trabajamos para regresar con plena capacidad. Este capítulo no marca un retroceso, sino un recordatorio: el clima puede golpear, pero la perseverancia, adaptación y compromiso colectivo pueden sostenernos.
Gracias por acompañarnos en cada etapa de este viaje.
